jueves, 16 de abril de 2009

Mágico

Lo malo de caer en una telaraña no es que la araña te devore. Lo malo es que ésta te deje envuelta en la telaraña agonizando y se vaya a tejer otras telarañas por ahí.

Y así fueron los meses siguientes después de conocerle: Una agonía. Y sin embargo, un hechizo.

Y es que este muchacho podría haber sido un miembro del rat pack, podría haber sido como el protagonista de un anuncio de Martini, podría haber sido el galán de cualquier comedia de enredo. Podría ser Casanova saltando desde un balcón veneciano... Puro encanto, atractivo y simpatía.

Y a mí me hubiera ido mucho mejor si después de aquella noche hubiera sido como Holly Golightly y no como Doña Inés. A Holly no le hubiera afectado mucho porque ya conocía a unos cuantos así. Pero para Doña Inés hubiera sido el primero en envolverla en una red de seducción semejante.

Lo que pasa es que, a pesar de mi doñainesismo, siempre he tenido un lado muy práctico y me pasé una larga temporada furiosa, ideando la forma de escapar de la telaraña. Por supuesto, ninguna servía y esto era algo que me hacía sentir terriblemente impotente. Escribía y escribía sin cesar, releía lo escrito para recordarme a mí misma lo fuerte que era (¡Mentira!) y en un acto de desesperación total, llegué a quemar todo lo escrito... Es una lástima, porque me está costando mucho escribir esto y me hubiera resultado bastante útil recoger toda la información que tenía repartida por diversos cuadernos y que no era poca.

También indagué todo lo que pude sobre él. Aparte de ser un hombre multidisciplinar y del que podía conseguir muchos datos a base de googleo, teníamos muchos conocidos comunes que me iban soltando alguna que otra novedad. Estas deberían haberme servido para deshacer el hechizo, ya que nada de lo que me contaban reflejaba precisamente la imagen de un caballero de reluciente armadura, sino la de un tipo sentimental, pero bastante atolondrado.

De algún modo, poco a poco, me fui liberando de la telaraña. El tiempo pasa, lo cura todo, lo pone todo en su sitio, un clavo saca otro clavo (y una decena de clavos aún más...). Su recuerdo se fue suavizando hasta convertirse en eso mismo, un recuerdo, y no el motor de mi vida.

Me reencontré con él en una de esas fechas señaladas. Apenas fueron dos minutos, apenas pude entender lo que me decía. Pero vi su sonrisa, su mirada clavada en la mía y el calor que transmitían sus manos al sujetar mis brazos de un modo sorprendentemente afectuoso. Suficiente para saber que las cosas no hubieran podido ser de otra manera. Holly también hubiera caído.

5 comentarios:

Insonrible dijo...

Me gusta mucho ese final. Una dura prueba que,para empezar a escribir estos cuentos, haya sido a Mágico a quien le haya tocado. Ahora ya puedes con todo... (o casi...)

La Abutrí de Getafe dijo...

Que valentona ella!!.

Closeau dijo...

A este al menos le tengo cariño, pero al que viene ahora...

Samedimanche dijo...

Estoy con Insonrible: el final es muy bueno y es usted una valiente!!
Estamos todos con usted!! Adelante, sin telarañas.

Julián Rodríguez dijo...

Me encanta el primer párrafo. Una verdad como un templo! Siempre nos da un vuelco en el corazón al encontrarnos por casualidad con un ex, nos hayan tratado bien ó mal. Y volver a caer entra en la causalidad si lo tienes claro. Puede resultar reconfortante y, porque no, una pequeña venganza ó victória, según se mire.