domingo, 20 de diciembre de 2009

Ciutadella Blues Again


Mi obligación era escribir un cuento, pero no me visitaban las musas. Pasaba un día y otro día, pero la inspiración no acudía a mi encuentro. Empecé a estresarme y ya no eran días lo que faltaban para la presentación, sino apenas unas horas y tan angustiada empecé a sentirme que decidí salir a pasear un rato invadida por esa actitud a lo Scarlet O’Hara de “ya lo pensaré mañana”.


Descendí las calles del Eixample que me conducían hasta el parque de la Ciutadella, recordando con una sonrisa la intempestiva excursión propiciada por una ardilla dipsómana que me había arrastrado a la villa de Getafe hacía ya algún tiempo.

Al llegar al parque me senté en un banco y saqué la libreta que una amiga bienintencionada me había regalado con la esperanza de que por fin me decidiera a escribir sobre algo más que mi estado de eterna confusión. Lo que, como ya se habrá notado, no era tarea fácil.

Me dediqué a mirar a mi alrededor, buscando un rostro, un mineral, un vegetal, un cordero que me inspirara algo, pero me angustiaba y estaba ya al borde del llanto cuando de repente noté un familiar tirón en el pantalón. Imposible. Allí estaba mi amiga la ardilla. Esta vez en un estado más sereno que en el que la había dejado en aquel bar de Getafe.

- Buenos días, ardilla, ya veo que conseguiste volver a tu parque, espero que la resaca no fuera muy dura-

Agitando una de sus patitas me miró con cara de “no me lo recuerdes” y a continuación con la otra patita me indicó que la siguiera.

- Ardilla... que te quede muy claro que hoy no pienso ir a Getafe, ¡tengo cosas más importantes que hacer!-

Pero tiró de mi pantalón con tanta fuerza, que casi me sacó del banco. Puso sus brazos en jarra y pateó rítmicamente el suelo, a la espera de que yo me pusiera en marcha.

- Está bien... tú mandas, deboranueces –

No me lo podía creer, de nuevo estaba siguiendo a una ardilla caprichosa por la calle, ¿cuántas veces podía ocurrirme algo tan extraño? No volvería a ese parque, era demasiado arriesgado mientras este bicho lo habitara.

Para mi sorpresa, esta vez no me condujo fuera de los límites del parque. Tal vez la había juzgado a la ligera. Tal vez solo quería jugar porque no encontraba a otras ardillas en este parque y se aburría, tal vez... No, ¡tal vez no! ¡La ardilla había organizado una fiesta al lado del mamut! ¡Con todos sus amiguitos del zoo! Todos ellos preparados para la ocasión, con sus capirotes, sus matasuegras, sus collares de colores...

Y no era eso lo más impactante. Lo que más me llamó la atención es que parecían estar esperándome. Allí estaban la gatita de angora trabajadora, que abrazaba con fuerza al lobo del Eixample, que intentaba reprimir sus instintos y no comerse al canario de la Meridiana, que contemplaba anonadado al armadillo de México, que ofrecía un burrito a la ratita de Escudellers, que no dejaba de reír viendo cómo discutía el cuervo del Carmelo con el loro Cibyll Shepherd, que intentaba tirar de la cola del mapache de Getafe, que asustaba con una piraña disecada a la ardilla de la Ciutadella, que otra vez se me agarraba al pantalón temblando sin parar, y servidora, que a lo tonto había conseguido escribir un cuento de navidad...

¡FELIZ SARTÉN A MI ZOO FAVORITO!!






martes, 15 de diciembre de 2009

El villancico más bello y triste jamás cantado

Si Shane McGowan no hubiera bebido tanto a lo largo de su existencia, si Kirsty McColl no hubiera puesto el contrapunto con su voz de terciopelo, tal vez esta canción no hubiera podido expresar con tanta nitidez la amargura y los sueños rotos de una pareja de loosers en una fría nochebuena neoyorkina.

Feliz Navidad, queridos, a vosotros y a todos vuestros sueños rotos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Para el lobo Julián

Y que se entere Toronto, es Popocho y no "Pochocho"...


martes, 17 de noviembre de 2009

Aunque...

Qué le voy a hacer. Gracias a Dios lo lúdico siempre acaba ganando terreno y a mí los bajones me duran más bien poco. Sandunguera que es una.
Le dedico este apunte, muy en especial, a mi querida Abutrí, que pa sandunguera, ella.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Tonta

Esta tarde estoy tonta. Y triste. Y no salgo de casa para olvidarme de lo tonta y triste que estoy. Así que lo único que me da un poco de consuelo en esta tarde tan tonta y triste es escuchar una canción tonta y con cierto aire triste como esta...


domingo, 4 de octubre de 2009

Nuevas Aventuras


No hay nada como las improvisaciones, las cosas inesperadas. Sobre todo, las que una no espera de sí misma. Si alguien me hubiera dicho dónde iba a acabar después de un día de barbacoa, no me lo hubiera creído. Y no, esta vez la cosa no tiene que ver con un hombre ni una nueva experiencia erótico festiva. Sino con... 22 hombres. Y una pelota. Para todo hay una primera vez en la vida y yo ese día tuve dos: Mi primera vez en el Camp Nou y mi primera vez en un partido del Barça. ¡Chispas!


El Camp Nou no lo había visitado yo ni para ir a ver un megaconcierto y al Barça solo lo había visto en la tele. Aparte de eso, mi único contacto con el mundo culé se limitaba a una vez que me estrellé contra Guardiola, literalmente, en un centro de ocio, hace ya unos cuantos añitos y cuando él era todavía jugador y una auténtica estrella.


¿Y qué impresiones saqué yo de aquel día?


- Que el Camp Nou es muy verde.


- Que huele a bocata de atún o de tortilla de patatas.


- Que sin un locutor comentando las jugadas tenía una extraña sensación de soledad entre la masa, solo perturbada por un señor que no dejaba de increpar a Sergio Busquets.


- Que Puyol se mueve mucho y desde donde yo estaba, se le reconocía por la melena.


- Que al principio me decepcioné un poco porque no estaba Piqué. Con este sí que me di cuenta de que no estaba porque es muy alto y rubio (como la cerveza) y en el campo no había nadie con esas características, (Ibrahimovic es alto pero no rubio, como la cerveza negra). Al final el bigardo salió en la segunda parte y fui feliz.


- Por otra parte, me llevé una agradable sorpresa con la persona que me invitó. Los dos somos igual de tímidos y aunque creo que existe simpatía mutua, nos cuesta un poco hablar cuando de repente nos hemos encontrado a solas. Pues nada de eso. Ver el partido con él fue fantástico, porque tiene un maravilloso sentido del humor y el partido, que resultó ser muy aburrido, con sus explicaciones fue mucho mejor.


Ala, ya está, ya he escrito algo. A ver si así dejáis de reñirme un rato...

miércoles, 29 de julio de 2009

Haraganeando


Y en fin, ha arribat l,hora dels adéus…

Es mi última tarde en Paris y no estoy haciendo nada. Pero por esta vez, no me siento culpable, porque en todo este mes no he parado ni un minuto. Cada vez que no sabía qué hacer, no tardaba ni cinco minutos en obligarme a encontrar algo y ponerme en marcha. Solo tenía un mes y no me podía permitir el lujo de perder un instante. Un día en Paris ha sido como una semana entera en Barcelona y tengo la sensación, a pesar de lo deprisa que ha pasado el tiempo, de que no hace un mes sino un año que estoy aquí.

Ahora espero una llamada que no sé si se producirá y tampoco me importa demasiado. Saldré un rato de todos modos, a cenar algo o a tomarme una copa. Lo bueno (o lo malo, según se mire) de esta ciudad es que estar solo no es ningún estigma. Hay un montón de gente así y no es raro encontrarla en las terrazas acompañados únicamente de su cerveza y un libro. También hay mucho solitario que se ha ido totalmente de la bola, pero creo que eso es normal en las grandes ciudades. Es fácil perderse en la multitud.

No sé qué más añadir, quisiera ser muy trascendental en este momento, pero es imposible, porque si hay algo que no he sido durante todo este tiempo es trascendental. Desde el primer día comprendí que no tenia tiempo para eso. Y aun siendo consciente de que estoy de vacaciones y por lo tanto en un auténtico globo, tengo la respuesta a la pregunta que le hice a Paris en mi primer texto: Et toi, Paris, tu m’aimes?

Pues creo que si, no sé como definirlo, pero Paris me envuelve y me hace sentir muy… mujer, muy attirant. En la vida me han mirado tanto ni del modo en que me miran aquí…

Asi que, con todo el dolor de mi corazón, me despido de ti, Paris, pero como bien sabes, todas las historias de amor acaban en un momento u otro. Y la nuestra es la mejor historia de amor que yo haya tenido en mi vida. Je t’aime, ouiii, je t’aimeee, dudududu dudu dudu dudu du du…

domingo, 19 de julio de 2009

Momentos “Ser”


No, estos momentos no son en los que me paro a planchar mientras escucho la famosa cadena de radio. Para nada. Según mi amigo Martín, a mi, no me hace falta hacer nada para resultar cómica, solo tengo que “ser”. Y en fin, tenia que ocurrir algún día y el momento llegó el 16 de julio. Me caí. Espectacularmente. Creo que es el tercer o cuarto “accidente” desde que he llegado. El primero fue el Mortadelo que se abalanzó sobre mi en la calle Mercadet, al más puro estilo Pepe le Pew. Si es que a eso se le puede llamar accidente. Mi sobresalto, al menos, fue mayúsculo. El segundo fue el cabezazo que me di tumbándome en el sofá con… Esto ya lo explicaré en un capítulo aparte, so perras. Creo que aun tengo el chichón.


Pero nada comparado a mi súbito encuentro con el trotoir parisino. Esa especie de canalones traicioneros de las aceras de esta ciudad. Así debió morir Stiv Bators, seguro que no estaba drogado, sino que tropezó y tuvo menos suerte que yo. De todos modos, creo que solo me vio una chica que llevaba un bebé en brazos y que me miro con cierta compasión…



Bonjour, Tristesse, 14 de julio


















Oh, la grandeurrrr



El día de la fiesta nacional fue el único día triste que he tenido desde que llegué a Paris. El único día que sentí el peso de la soledad. El único en el que me sentí abandonada. Aun así, no quería quejarme después de haberme lanzado de cabeza a experiencias que no tenían por qué salir bien. Así pues, decidí regalarme una buena cena en un lugar tranquilo, casi vacío. Ese día, por la calle solo veías a militares y turistas igual de perdidos. Los parisinos habían desaparecido. Yo misma, lo había hecho en la víspera (casi de forma involuntaria), fui a un lugar llamado Richeville y no volví hasta la mañana. Comí con Hervé, me desahogué un poco con él, fui a ver La Panthere Rose, con un profundo dolor de cervicales. Paseé desde el 9ème hasta el 6ème y al final me detuve en la plaza Saint Georges, en la terraza de un restaurante griego. El momento del día que decidí que ese día tenia que ser tan bueno como cualquier otro. La lección de que la felicidad de uno no depende de los otros ya la aprendí hace un buen rato. Con todo, hay cosas que nunca dejaran de dolerme, porque lo mucho o poco que haya aprendido tampoco me ha hecho de piedra.

La cena no me sentó muy bien. Tenia la regla y tuve que volver a casa y perderme los fuegos artificiales de la Tour Eiffel. Pero… Desde la ventana de esta buhardilla de Montmartre, hay una vista esplendida y pude ver a lo lejos los fuegos de alguna parte de la Banlieu. Me fui a dormir tranquila, con otra lección que también aprendí hace tiempo, una mala noche la tiene cualquiera.

viernes, 10 de julio de 2009

Il pleut



















Martes, 7 de julio


Llueve en Paris, muy fuerte y yo sigo con la agenda desorganizada. Ahora me protejo de la lluvia en el “tinao” de una tienda pija de la Rue de Saint Honoré. A mi lado, bolsas de loneta en diferentes colores que costaban 75 euros rebajadas a 38. Siguen siendo igual de feas y siguen teniendo el mismo aspecto de poder comprarse en cualquier mercadillo. No he escogido el mejor barrio para un día de lluvia. Solo lo es para gente como Lady Di y mira como acabó.

miércoles, 8 de julio de 2009

La Estación de Chatelet
















Si habéis estado en Paris, es bastante probable que conozcáis la estación de Chatelet. Uno de esos puntos de confluencia de varias líneas de metro, tren y miles y miles de personas de camino al trabajo o a donde quiera que vayan. En todas las ciudades suele haber una o varias estaciones como esta. Un lugar en el que, si no estás demasiado acostumbrado a las multitudes, puedes sentirte muy, pero que muy pequeñito e intimidado, con ese transbordo con cuatro pasillos diferenciados, dos pasarelas correderas, de un solo sentido (si no lo tienes en cuenta, corres el riesgo de morir pisoteado).

La cuestión es que me trasladaba yo por una de esas pasarelas, contemplando la marea humana mientras intentaba no despistarme demasiado, cuando se me paso por la cabeza la imagen de una pastora de cabras de, pongamos, el monte Atlas a la que de repente dejaran abandonada allí en medio. Con las cabras.

Como la imagen me hacia tanta gracia, al llegar a casa de Hervé, el amigo que me tiene alojada, se la expliqué. Y él, muy tranquilo, me contestó que si en los Champs Elisés plantan trigo y en el Sena se montan una playa en verano, tampoco sería tan raro que un rebaño de cabras se estableciera en la estación de Chatelet. Qué nostalgia de la naturaleza, por Dios.

domingo, 5 de julio de 2009

Femme à Lunettes














Mi primer poyete parisino


Viernes, 3 de julio


Primeras impresiones


Antes que nada, pido perdón por los posibles errores ortográficos. Escribo con un teclado no preparado para la lengua castellana y el corrector de Word hace lo suyo hasta donde puede.


Por supuesto, he dormido fatal, estaba demasiado inquieta. Con el miedo a lo que vaya o no vaya a hacer durante este mes. El miedo a perderme, al igual que en mi anterior visita a Paris, era infundado. Los nervios han ido desapareciendo en cuanto el avión ha aterrizado. Qué fina es Air France! Creo que perfuman el interior de los aviones. Salía un humillo de los conductos de ventilación (pelin inquietante en un primer momento) que no recuerdo haber visto en otras compañías. Seguro que era perfume!


De momento, la gente es amable conmigo. No he tenido la oportunidad de comprobar la famosa mala leche parisina. Será que yo viajo a un Paris paralelo, de una Francia paralela con franceses paralelos?


Cuando he subido al tren, a pesar de la duda constante de si me había equivocado de línea, viajaba tranquila, revisando el mapa de los transportes y entonces, por la ventana, he visto dos mariposas. Dos mariposas francesas. Qué redundancia ser mariposa y ser francesa! A mi, por ejemplo, no deja de sorprenderme que haya futbolistas franceses… Esa profesión tan machota. En fin…


Y ya con la calma que me ha proporcionado ver que entendía las indicaciones del aeropuerto, del tren, del metro, he llegado a Jules Juffren hacia las dos de la tarde. Me he parado a fumar un cigarro (de la victoria), he enviado un sms a Hervé y he ido a comprar un bocata con la intención de comérmelo en uno de los bancos que hay a la salida del metro, pero estos habían sido ocupados por los primos parisinos de Eleanor Rigby. Así que he decidido probar suerte y encontrar un rincón íntimo donde pudiera comer tranquila. No he tardado nada. A la salida del metro hay una iglesia y en una calle lateral hay una especie de poyete, donde sigo, observando al personal con discreción, no sea que reciba una paliza como la que le dan a Steve Buschemi en Paris, Je t’aime. Et toi, Paris? Tu m’aimes?


Ya veremos.

jueves, 16 de abril de 2009

Mágico

Lo malo de caer en una telaraña no es que la araña te devore. Lo malo es que ésta te deje envuelta en la telaraña agonizando y se vaya a tejer otras telarañas por ahí.

Y así fueron los meses siguientes después de conocerle: Una agonía. Y sin embargo, un hechizo.

Y es que este muchacho podría haber sido un miembro del rat pack, podría haber sido como el protagonista de un anuncio de Martini, podría haber sido el galán de cualquier comedia de enredo. Podría ser Casanova saltando desde un balcón veneciano... Puro encanto, atractivo y simpatía.

Y a mí me hubiera ido mucho mejor si después de aquella noche hubiera sido como Holly Golightly y no como Doña Inés. A Holly no le hubiera afectado mucho porque ya conocía a unos cuantos así. Pero para Doña Inés hubiera sido el primero en envolverla en una red de seducción semejante.

Lo que pasa es que, a pesar de mi doñainesismo, siempre he tenido un lado muy práctico y me pasé una larga temporada furiosa, ideando la forma de escapar de la telaraña. Por supuesto, ninguna servía y esto era algo que me hacía sentir terriblemente impotente. Escribía y escribía sin cesar, releía lo escrito para recordarme a mí misma lo fuerte que era (¡Mentira!) y en un acto de desesperación total, llegué a quemar todo lo escrito... Es una lástima, porque me está costando mucho escribir esto y me hubiera resultado bastante útil recoger toda la información que tenía repartida por diversos cuadernos y que no era poca.

También indagué todo lo que pude sobre él. Aparte de ser un hombre multidisciplinar y del que podía conseguir muchos datos a base de googleo, teníamos muchos conocidos comunes que me iban soltando alguna que otra novedad. Estas deberían haberme servido para deshacer el hechizo, ya que nada de lo que me contaban reflejaba precisamente la imagen de un caballero de reluciente armadura, sino la de un tipo sentimental, pero bastante atolondrado.

De algún modo, poco a poco, me fui liberando de la telaraña. El tiempo pasa, lo cura todo, lo pone todo en su sitio, un clavo saca otro clavo (y una decena de clavos aún más...). Su recuerdo se fue suavizando hasta convertirse en eso mismo, un recuerdo, y no el motor de mi vida.

Me reencontré con él en una de esas fechas señaladas. Apenas fueron dos minutos, apenas pude entender lo que me decía. Pero vi su sonrisa, su mirada clavada en la mía y el calor que transmitían sus manos al sujetar mis brazos de un modo sorprendentemente afectuoso. Suficiente para saber que las cosas no hubieran podido ser de otra manera. Holly también hubiera caído.

viernes, 10 de abril de 2009

38

Hace ya tiempo que tengo ganas de escribir sobre un tema concreto. Lo que ocurre es que es un tema personal y me da como reparo explayarme demasiado al respecto. Pienso en cómo abordar el tema y al final, acabo por no escribir nada.

Yo he tenido treinta y siete amantes. Casi tantos como años tengo. Bueno, creo que son tantos como esos si es que no me he olvidado de alguno que fuera muy olvidable. Aunque por otra parte, recuerdo bastante bien a algunos dignos de ser olvidados.

Así pues, se me ha ocurrido que lo que haré será escribir treinta y siete adjetivos, y si alguien siente curiosidad por alguno de ellos, haré un pequeño relato al respecto y sin dar nombres, por supuesto. Solo tenéis que perdírmelo.

Así pues, sin más dilación, paso a adjudicar un adjetivo de forma totalmente subjetiva, y tal vez injusta, a todos y cada uno de los hombres que han pasado por mi cama, bueno... no necesariamente. Por mi entrepierna. No, tampoco. Bueno, ¡ya me entendéis!

Por cierto, que el relato se llama 38 por un error de cálculo...

1. Inexperto
2. Macarra
3. Cerdo
4. Negro
5. Borracho
6. Bajito
7. Chulo
8. Mexicano
9. Pelmazo
10. Separado
11. Fantasma
12. Mágico
13. Moderno
14. Joven
15. Absurdo
16. Falso guapo
17. Hipócrita
18. Máquina
19. Francés
20. Ocupado
21. Casado
22. Aburrido
23. Simpático
24. Decepcionante
25. Anal
26. Misterioso
27. Animal
28. Básico
29. Frustrado
30. Divertido
31. Bello
32. Curioso
33. Increible
34. Raro
35. Eficaz
36. Sorprendente
37. Artista