martes, 23 de diciembre de 2008

Me sigue una ardilla

Dedicada de todo corazón a Toronto, primer y único seguidor oficial de este blog...

Cuando tengo un momento libre me gusta ir a dar un paseo por el parque, sentarme a leer, fumar un cigarro, mirar a la gente... Los parques de esta ciudad son pocos y no demasiado espectaculares. No son como el Central Park o Hyde Park. Aparte de los perros con sus amos, los pájaros o algún gato furtivo, es difícil ver algún animal. Tienen miedo y no les falta razón. No es el nuestro un pueblo al que le caracterice el amor por la fauna y sí por las muchas y variadas formas de inflingirle torturas más o menos sofisticadas.

Así que mi sorpresa fue mayúscula aquella mañana de otoño en la que, como he mencionado antes, salí a darme un paseíto por el parque de la Ciutadella. Me había sentando en un banco y leía el periódico, despreocupada y ajena a lo que me rodeaba. Hasta que, de repente, me pareció ver unas patitas peludas por debajo del periódico. Levanté la vista por encima de éste y comprobé que enfrente mío una ardilla me observaba con atención.

- Ui, hola, ardilla, ¿qué haces tú aquí? -

Imaginé que tal vez había escapado de la casa de alguien a quien le gustara tener bichos poco convencionales en casa. Y para poco convencional, esta ardilla, que se acercó a mí y con una de sus "manitas" tiró un poco de mi pantalón para después retirarse unos pasos y seguir mirándome.

- ¡Qué graciosa eres! ¿Quieres que juegue contigo?-

Me puse en pie y me acerqué hasta donde estaba ella. Volvió a repetir la operación: me tiró del pantalón y se alejó unos pasos. Y así una vez y otra vez hasta que llegamos a la salida del parque.

- Ahora querrá volver adentro - Pensé. Pero no, siguió tirando y tirando del pantalón por el largo paseo que llevaba hasta la estación de Arc de Triomf ante la atónita mirada de los viandantes, a los que yo miraba encogiéndome de hombros y con cara de "a mí me encontró en la calle".

Cuando llegamos a la estación de tren pensé que ahí se acabaría la aventura, que mi pequeña amiga se asustaría y saldría corriendo hacia el parque. No, de nuevo no. Tiró del pantalón y bajó las escaleras de la estación, desde donde me observaba con una expresión como de "¿a qué esperas?". En fin, era festivo y tampoco tenía nada mejor que hacer.

Ya estábamos en las taquillas y comprendí que quería que las pasáramos. Saqué mi abono y recogí a la ardilla del suelo.

- Será mejor que aquí te lleve yo. Podría pasarte cualquier cosa- La tomé en brazos, pero no permaneció muy tranquila. Pasó todo el viaje con el morro pegado a la ventana, inquieta, ¿a dónde quería ir? No tardé en saberlo. Nos bajamos en la estación de Sants donde corrió escaleras arriba hasta el acceso al AVE.

- No es posible... Mira, roedora... ¿las ardillas sois roedores, no? En fin, da igual. Si lo que quieres es ir a Madrid, estupendo, ¿pero no pretenderás que...? -

Pero ella bajó las orejitas y me miró con tanta tristeza que casi me rompe el corazón.

- Bueno, vale... Pero antes tendremos que comprar el billete. Si lo hacemos, lo hacemos bien. -

Dio unos saltitos como de alegría y compramos el billete. El tren no tardaría en salir y yo no podía creer en lo que se había transformado mi tranquila jornada de lectura. De perdidos al río. Al Manzanares, en concreto.

Una vez en el tren volvió a pegar el morrillo en la ventana. Parecía emocionada y feliz, y de tanto en cuando me tiraba de la manga para que yo también viera alguna cosa que llamaba su atención. Era como viajar con un niño de cinco años.

Y llegamos a la estación de Atocha, donde volvió a su rutina del tiro del pantalón.

- Bueno, ya estamos aquí... Imagino que por lo menos querrás ir a la Casa de Campo, ¿no? ¿Tu familia está allí? -

Pero no, tras la consabida compra del billete, la ardilla me condujo hasta un andén donde tomamos un tren en dirección a Parla.

- ¿Parla? ¿Quieres ir a Parla...? -

No. No era a Parla el destino del animalito. Cuando llegamos a Getafe Centro volvió a tirar con una fuerza inusitada del pantalón. Y aquí el viaje se convirtió en una carrera. Subió la escalera mecánica a toda pastilla, como ardilla que lleva el diablo. Yo corría tras ella, temiendo que algún viandante la pisara sin darse cuenta o que un coche la atropellara. Corrí y corrí tras ella por las calles de Getafe y la gente miraba y reía y yo con mi cara de "a mí me encontró en la calle", pero sin resuello. Y de repente se detuvo.

Bajé la cabeza y apoyé las manos en las piernas para recuperar el aliento. Era invierno pero sudaba como si hubiera atravesado el desierto. Cuando levanté la vista pude observar que estaba delante de un bar con un cartel que decía "El Soportal".

- Qué bien... con la sed que tengo... -

Al entrar en el bar vi que la ardilla estaba encima de la barra, al lado del surtidor de cerveza que... chupaba con cierta fruición. La cerveza se le derramaba por las comisuras de la boca y bañaba su peludo cuerpecillo. El camarero permanecía inmóvil y boquiabierto con un plato en la mano que había contenido una ración de panceta, ahora en el suelo. Me acerqué a la ardilla y durante unos segundos la observé en silencio.

- ¿Se puede saber qué estás haciendo? -

Ella paró de beber, se limpió la boca con la manita y, tras tomar aire, me preguntó con un fuerte acento del Alt Empordà:

- ¿Tienes un gelocatil? -

8 comentarios:

Insonrible dijo...

Ja, ja, ja... ¡Es buenísimo!. Toronto estará contento. Me he reído con la pregunta sobre la Casa de Campo "¿Es que tu familia vive aquí?".
Y lo del Gelocatil... Verídico.
¡Más!¡Más!¡Más!.

Closeau dijo...

¡Gracias!! Aunque ha sido como el parto de las siete burras y considero que me ha quedado un poco simple en lo lingüístico, pero bueno... Me encanta que te guste.

Toronto dijo...

Señora Clouseau, acabo de volver de visitar a la familia ardilla (que no viven en la Casa de campo...) y la verdad es que después de la dosis de navidad familiar necesitaba ya un par o tres de gelocatiles... pero con este regalo tan bonito que me ha hecho usted, he olvidado todo dolor de cabeza posible... Piense que hasta me identifico con lo de "un poco simple en lo logístico" de su comentario posterior! Felicidades, es usted una plumilla! Muchas gracias!

Closeau dijo...

Gracias a usted por ser mi muso, querido. Pero es simple en lo "lingüístico", no en lo "logístico", es con flan y no con nata!!

Toronto dijo...

Anda, que leí logístico en lugar de lingüístico! Tenía en la cabeza tanto transbordo entre el metro, el ave y el cercanias "paparla"... Y lo siento pero el anuncio era de flan y la chica decía con nata.

Insonrible dijo...

Don't say "Flan", say "Frank Sin Nata"

Closeau dijo...

Don't say "mujer desactualizada en chistes", say ¡feliz año nuevo a todos!!

La Abutrí de Getafe dijo...

Que buenoooo..ja,ja,ja...La verdad si tu ardilla quiere pasar unos días en casa será bienvenida.
Por un bichillo más no creo que pase nada y además del Alt Empordá.

Si es que el Soportal,no lo soporta cuálquiera!!.